viernes, 13 de mayo de 2011

El Ojo y La Muerte

Tú no eres el mismo de hace un segundo


El Ojo y la Muerte

         Encerrado entre cuatro paredes grises espero la muerte. Alguien que se cree Dios así lo ha decidido y aquí me encuentro yo, moviéndome de un lado para otro como un pobre pájaro enjaulado.
         Hablo una vez más al ojo de la esquina. Sé qué tras ese cristal circular, oscuro, se esconde el mundo entero. Lloro y le suplico. Le hablo como otras tantas veces lo he hecho. Pero como siempre no contesta. Solo mis ojos azules reflejados en él me responden, llenos de lágrimas.
         La puerta de mis espaldas se abre y dos hombres me llevan. Me intento resistir, pero me golpean. Mi furia puede más que su falta de humanidad, mi derecho a tomar la última gran decisión de mi vida es mas fuerte que sus obligaciones sociales.


Me alejan de esas cuatro paredes entre las que ha estado encerrada mi alma durante casi quince eternos años. Esas paredes grises, toscas, a las que he decorado con mis sentimientos y que poco a poco se han convertido en mi triste hogar.
         Falta poco para mi deshonroso final. Deshonroso para mí, para la humanidad y hasta para mis verdugos. Es macabra la idea creerse con la potestad para quitar la vida a un ser vivo. No me han hecho falta veinticinco años aquí dentro  para darme cuento de ello. En el segundo posterior a lo que me llevo aquí ya me di cuenta. Esto es un ejemplo para el resto y el yo de hoy pagará por el yo de hace tanto tiempo.
         Han venido aquellos que sí viven más allá del ojo. Han venido rápido porque el ojo ya no ve. Sus cristales en mis venas cumplen mi última voluntad. Yo he decidido mi muerte.
         Muero en mi hogar, entre mis paredes, frente al ojo…que ya no ve.

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