lunes, 6 de septiembre de 2010

Cosas Pesadas

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Cosas Pesadas

     Llegó en el vuelo de la una y media. Subió al coche y comió lo más rápido que pudo. Se detuvo un segundo, en su cuarto, a leer todos los email que él la había enviado. Mientras el ordenador se encendía aprovecho para mirar todos esos mensajes en su móvil que ya había memorizado. Quería verle. Caer en sus brazos. Besar sus besos.


     Fue al baño y se miro en el espejo. Se hizo la coleta, que una vez, en una tonta conversación, el tanto había alabado. Se pintó las rayas de los ojos por que sabía que le encantaba.


     El tren llegó al andén a la vez que ella. El mundo estaba de su parte, pensó. Salió y corrió a su portal. Le vio salir. Con esa melena negra. Con ese cuerpo alto. Recto.


- ¡Hola! – Gritó ella ilusionada a la vez que le abrazaba.


- Hola. – Contestó él.


- Vamos a dar una vuelta.


- Carmen, he quedado.


- Ah. – Su voz se ahogo en el mismo pozo en el que se hundía sus ilusiones y del que salían sus miedos.


- He quedado con una amiga.


- Dijiste que me esperarías.


- No contestaste nunca.


- Lo se…Lo siento. – Las lágrimas asomaban a sus ojos. – Dijiste que no eras como los demás, que podías esperar.- Se hizo un silencio – No eres el soñador que me habías vendido. – Contestó medio reproche medio desesperación.


- Tú no eras un sueño, eras un amor. Puedo con el fracaso de los sueños pero no con el peso del amor. Soy solo…Soy solo.


     Ella se dio la vuelta con los ojos guardando mares, sin saber que él, anuló su cita, subió a casa y se escondió en una esquina del cuarto y rompió a llorar.

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