Este segundo nunca lo vas a recuperar
Chronos
Un “papá” de la boca de mi hijo me sacó de la abstracción en la que me encontraba. Incline el recipiente que sostenía entre mis manos y las cenizas más pesadas cayeron al Támesis mientras que las más ligeras volaron sobre sus aguas.
La luz de la ciudad, sus colores, sus formas eran las que mismas que siempre la había enamorado. Ahora estaba solo. Mi compañera, mi amor, se había muerto y yo lo único que podía hacer por ella era cumplir su última voluntad, verter sus cenizas en ese sitio.
- Iros por favor. – pronuncie entre balbuceos.
Allí me quedé solo, con la ciudad, el río y su recuerdo. Tanto me dolía que no era capaz de moverme. Mi amor estaba por allí disuelto y mis lágrimas poco a poco fueron nublando mi vista. Un cáncer la había alejado de mí demasiado joven. Me fui desesperando y llenando de rabia. Me di la vuelta y me golpee la cabeza contra la pared de piedra oscura, una y otra vez, hasta caer inconsciente.
- ¿Qué haces? – Todo era claro e infinito. Estas palabras, pronunciando por unos labios gruesos, rodeados por una densa barba blanca, me hicieron girarme.
- ¿Quién eres?
- ¿Quién eres tú?
- Yo soy un hombre solo.
- Yo soy Chronos.
- ¿Chronos?
- El dios del tiempo. ¿Qué haces aquí?
- ¿Un segundo? Un segundo no es nada.
- Un segundo es solo como medís, los humanos, una variación lineal en el tiempo en una única dirección. Yo puedo ir y volver.
- Quiero volver junto a ella.
- ¿Junto a…?
- No puedes. No puedes ir para atrás. Eres solo un hombre.
- ¿Cruel? ¿Yo?
- Si. Este segundo nunca lo voy a volver a sentir. El tiempo es lo único que el hombre no puede recuperar. ¿Para qué tenemos relojes?
- Vosotros los hicisteis.
- Para sufrir. Para agobiarnos y vivir corriendo viendo como lo más importante se nos cae de los bolsillos. Eres cruel.
- No. – Sonrió – Soy el único Dios justo. El tiempo es lo único que tiene cada individuo por igual, todos tenéis veinticuatro horas. La forma en la que disponéis de ellas ya no está bajo mi poder. Tú quieres estar por encima del resto eso es injusto.
- Sí. – Ríe.- Pero lo quiero.
- Eres tan engreído que te voy a dar una oportunidad. Volverás a verla, si es lo que quieres, una última noche, a cambio del resto de tus días. ¿Aceptas?
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